domingo, 11 de octubre de 2009

Los tres novilleros a hombros con una buena novillada de Los Chospes

Para dar cierre a la miniferia de Octubre se había programado una novillada sin picadores con la participación de Jesús Duque y Román, ambos de la escuela valenciana, y Roberto Blanco, de la escuela de Salamanca. Finalmente Román no pudo estar presente en la tarde de su presentación en su plaza a causa de una lesión, lástima ya que habían ganas de verle después de una buena actuación en la reciente feria de Algemesí. En su lugar actuó Juan Cervera, también de la escuela de Valencia y conocido ya por sus anteriores actuaciones en esta plaza. Los novillos pertenecieron a la ganadería albaceteña de Los Chospes, novillos con muchos pitones, de buena condición, nobleza, fijeza y toreabilidad, llegándosele a conceder la vuelta al ruedo al sexto de la tarde.
Jesús Duque, de Requena, cortó un apéndice a cada uno de sus oponentes ante los que mostró seriedad y buen hacer, por destacar algún pasaje de sus dos faenas cabe mencionar su juego de muñecas en el saludo con el capote al que abrió plaza, además de algún que otro muletazo hondo con la mano izquierda, pecando al final de sus dos actuaciones de algún detalle de cara a la galería con la intención de cortar las orejas.
Juan Cervera, de Benifaraig, llegaba tras varias actuaciones ya en esta misma plaza. A su primero le hizo faena de dos orejas pero erró con la espada, consiguiendo así una. En el segundo cambiaron las tornas y lo que fue faena de oreja se premió en exceso dándole entrega de los dos trofeos. El valenciano mostró saber estar en la plaza durante toda la lidia, dejó muletazos de mucha clase y belleza plástica, entre ellos algunos doblones con la derecha y vistosos remates por abajo. Su trasteo fue demasiado constante, sin variaciones, enroscando demasiado la embestida de los novillos a su cuerpo buscando las series de redondos cuando debería hacer enganchado los muletazos adelante y haberlos llevados atrás y por bajo, no cortándolos como ocurrió en la mayoría de ocasiones. A su primer novillo debería haberlo citado de lejos e ir toreándolo desde la distancia, quizás buscó demasiado temprano las cercanías. Puliendo sus defectos y variando su concepto, Valencia puede tener torero.
Roberto Blanco, llegó a la capital valenciana con ganas de demostrar que quiere ser torero. A sus dos oponentes los recibió a portagayola, jugándose el pellejo, y durante sus dos actuaciones anduvo entregado. Sin embargo esto solo fue un complemento a lo que el salmantino mostró de verdad. Supo pisar los terrenos necesarios a cada novillo, poniéndole siempre la muleta en el sitio, llegando a cuajar series con ligazón y buen ritmo. No se quedó atrás respecto de sus compañeros y cortándole una oreja a cada uno de sus novillos también salió por la puerta grande.

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